Las brujas del Monte Lentiscal
Cuando abrí los ojos, el paisaje había cambiado totalmente. La tormenta había cesado, el mar había desaparecido y por ningún lado podíamos divisar al furioso kraken. Sobrevolábamos el Monte Lentiscal, podíamos ver a lo lejos pequeñas casas, algunas con las luces encendidas. Por encima de nosotros había varias lunas que iluminaban todo el paraje. Nos encontrábamos sobre una cama que se alzaba sobre el cielo. Entonces escuchamos un terrorífico grito detrás de nosotros. Nos dimos la vuelta y descubrimos a una espantosa bruja con nariz aguileñaaguileña Nariz con forma de pico de águila., verrugas en la cara, afilados colmillos y garras con las que sujetaba la cabecera de la cama.
—Vaya… —habló el abuelo desconcertado—. Esto no me lo esperaba… El kraken nos ha lanzado directos al cuadro Las brujas del Monte Lentiscal.
—Pero, pero… ¡¿Una bruja?! ¿Y ahora qué hacemos? —pregunté muy asustada.
—Tranquila —me dijo el abuelo agarrándome suavemente del brazo—, ahora tenemos que tener paciencia y esperar a ver a dónde nos lleva… Con suerte nos llevará a un cuadro donde podamos escapar.
Me tuve que agarrar con fuerza, ya que empezamos a volar cada vez más rápido, parecía que la bruja tuviese prisa por llegar a algún lugar. Mi abuelo estaba muy tranquilo y yo lo miraba con admiración preguntándome qué era lo que se le estaba pasando por la cabeza en ese momento.