Desde el aire parecía una gran mancha negra en medio de tanta blancura. Pero las manchas no se mueven y esta daba vueltas como un antiguo juguete de cuerda. A su alrededor, la gran llanura de hielo, fascinante y cegadora. Mirarla con intensidad podría quemar los ojos. Por encima, las nubes repletas de agua helada, parecían tener prisa por viajar. Las empujaban fuertes ráfagas de viento. La tormenta de nieve comenzó a azotar zarandeando la mancha en movimiento. Era la colonia de anidamiento de los pingüinos Emperador que se abrazaban entre sí. Así, soportaban las bajas temperaturas en el lugar más frío del mundo: La Antártida. Con este abrazo colectivo, todos aprovechaban el calor del centro del círculo, donde la temperatura podría llegar a los 20 grados bajo cero. Rotando, cambiaban las posiciones. Los de la parte de afuera se movían hacia la de adentro de forma coordinada. Allí se acurrucaban durante un tiempo. Más tarde, iban saliendo y los del exterior entraban al abrigo.
Aker era un pingüino adulto. Tenía un precioso y elegante plumaje. La espalda, de color negro. La parte delantera, blanca. En el pecho lucía manchas amarillas y naranjas. Hacía poco tiempo que había llegado a la colonia de cría para encontrar pareja y reproducirse. Conoció a Ámbar, se enamoraron y decidieron ser los papás de un pollito. Poco después, Ámbar puso un huevo. Pronto serían papás por primera vez.
–Debes mantenerlo calentito en tu bolsa. No lo pongas sobre el hielo. Podría congelarse y morir –Ámbar se despedía del futuro papá mientras le pasaba el huevo. Aker lo empollaría durante dos meses, hasta su regreso. Había llegado el momento de emprender un largo viaje hacia el océano en busca de alimentos para la familia. Las mamás, que también habían dejado los huevos al cuidado de los machos, partirían juntas. Era más seguro pescar en grupo.
–No permitas que nadie robe nuestro huevo –gritó Ámbar mientras se alejaba por el camino blanco.
–Estará bien cuidado. Cuídate tú de las orcas y los leopardos marinos. Estarán al acecho. Regresa pronto. Nuestro retoñoRetoño Hijo, especialmente cuando tiene corta edad. va a necesitar de su mamá –Aker le respondió, igualmente a gritos.
Aker se sintió muy triste cuando vio desaparecer a su pareja. Conocía los peligros del inmenso mar. Muchas madres no volvían. Eran devoradas por los depredadoresDepredadores Depredador: Animal que se alimenta de otro que es, tanto de menor tamaño, como más débil.. Pero también estaba contento. Esperaba con ilusión la llegada de su polluelo. Llevaba el huevo dentro de la bolsa de anidamientoBolsa de anidamiento Una vez puesto el huevo, la hembra se lo deja al padre para que lo empolle en su bolsa incubadora mientras ella sale al mar a alimentarse.. Lo abrigaba con su plumaje ventral; no quería que pasase frío.
Tras la partida de las madres, los papás permanecieron en la colonia de cría incubandoIncubando Incubar: Mantener a una temperatura de calor constante los huevos puestos por un animal, por medios naturales o artificiales, para que los embriones se desarrollen. los huevos. Mientras tanto, sus futuros pollos crecían muy rápido. No tardarían en convertirse en pequeños pingüinos de plumón gris plata y cabeza negra. Pero seguirían durante un tiempo dentro de la bolsa. Allí tendrían toda la protección que necesitaban. El calor y el alimento que los padres les proporcionarían. No podrían sobrevivir de otra manera.