Capítulo 8

* Un mes después. (Octubre)

Naia
Nunca me han gustado los lugares abarrotados de gente. Me agobia mucho tener que pasar dando empujones a todo el que tenga delante solo para conseguir una bebida. Estoy aquí por mis amigos; si no fuera por ellos, estaría estudiando en la habitación.
Tengo una falda negra larga ajustada y un top muy bonito de encaje. La música está a todo volumen y casi no puedo entender lo que dicen, así que asiento para que piensen que les he entendido. Acoidán va con una camiseta blanca y unos vaqueros cortos. Le sientan bastante bien. Las chicas van con vestido y Lucas y Raúl con camisa.
Estamos los siete sentados alrededor de una mesa redonda en la que hay una botella. Esta gira sin parar hasta que se frena en mí.
—¿Verdad o reto? —me dice Kiara.
—Reto. —No me lo pienso dos veces; como dice ella, tengo que vivir.
—Besa a Acoidán —suelta rápidamente Sara. La miro con ganas de estrangularla porque sé muy bien con las intenciones que lo dice.
—No voy a hacer nada si la otra persona no quiere.
—¿Cuándo he dicho que no quiera? —rompe el silencio Aco. No me esperaba para nada esa respuesta.
Me acerco hacia él, que está al lado de Kiara, y paro cuando nuestras caras están a escasos centímetros. Le miro directamente a los ojos y espero unos segundos en los que la tensión se puede cortar con un cuchillo. Cierro los ojos y le doy un beso rápido para volver a mi lugar. Si digo que no sentí nada estaría mintiendo, es obvio que me gusta un poco.
¿Lo peor de ser muy blanca de piel? Que se nota muchísimo cuando te sonrojas, como ahora. Estoy del color de un tomate mientras todos estamos en silencio y los demás con cara de emoción y sorpresa. Sara y Claudia se ponen a gritar de la felicidad y cuando miro a Aco hacemos contacto visual y me sonríe, haciendo que me sonroje aún más.
Lo que queda de noche se pasa rápido entre risas y conversación, pero yo sigo pensando en lo mismo. No soy capaz de hacer como si no hubiera pasado nada, sigo con el estómago revuelto de los nervios y la sonrisa, la cual intento esconder.
Por la forma en la que Kiara lleva mirándome toda la noche, sé que cuando lleguemos a casa nos espera una larga charla sobre esto. Me hará millones de preguntas y estoy segura de que esto ya se lo olía hace tiempo. Ha estado intentando que pase más tiempo con él, así que estoy segura de que lo sabía incluso antes que yo.
—Ya es hora de irnos, chicos. Naia y yo tenemos que dormir bien para ir con ganas a la universidad.
Nos despedimos de todos y, cuando solo quedaba Aco, le di un abrazo y un beso en la mejilla y nos fuimos. Nos subimos al coche y empiezo a notar cómo poco a poco su sonrisa se va ensanchando.
—¿Eso qué fue, Naia? —grita emocionada.
—No sé de qué me hablas, Kiara. No ha pasado nada —digo riéndome en voz baja mirándola.
—Te gusta muchísimo. Sabía que esto iba a pasar, se nota la tensión entre ustedes.
—Lo sabes hace mucho, ¿verdad?
—Más del que crees. He hablado con él sobre esto. Le gustas, Naia, está claro. Ahora falta que se digan las cosas a la cara.
—Difícil. No soy capaz de hacerlo.
—Naia, después de lo que has hecho hoy, dudo que esto te cueste. Hoy tenías que llamar a tu abuelo, ¿no?
—Sí. La semana que viene iré de sorpresa a verle. Voy a ir sola, no hace falta que vengas.
Estoy deseando ir a verle. Le echo muchísimo de menos y, con la confianza que tengo con él, creo que le voy a hablar sobre lo que siento por Acoidán. Sabrá aconsejarme mejor que nadie y pasaremos un buen rato. Esta semana la voy a dedicar completa al estudio para poder ir tranquila a casa de yeyo.
Cuando llegamos a casa, voy directa al escritorio y cojo mi portátil para estudiar un rato antes de irme a dormir. Ya he hecho un par de exámenes y me va bien, estudio mucho. Ahora estoy dando cómo las verduras se forman y consiguen crecer, aparte de con qué propiedades crece cada una. En clase soy la que más atenta está mientras los demás solo hablan con sus amigos, un poco aburridos. A mí me gusta tanto que escucharía durante horas a la profesora hablando.
Escucho el móvil sonando y veo que es un mensaje de Acoidán. Sonrío a la pantalla y abro la notificación.
Estudiando, ¿verdad?
¿Tú no?, pongo para seguirle el juego.
Dejo el móvil en la mesa para no desconcentrarme demasiado y sigo estudiando. Escucho de nuevo el móvil, pero esta vez no lo cojo porque sé que pasaría horas hablando con él en vez de estudiando. Tengo que centrarme en mis estudios y mi futuro.
Después de una hora concentrada y memorizando todos y cada uno de los procesos, cojo el móvil y me tiro en la cama. Kiara está ya dormida y babeando en la almohada. Miro la pantalla y veo una llamada entrante. Es Aco.
—¿Sí? —digo confundida, ya que nunca me ha llamado.
—Hola, Naia. Te parecerá raro que te esté llamando, pero me apetecía hablar con alguien.
—Sin problema. Justo acabo de terminar de estudiarme el tema.
—¿De qué va? —pregunta al otro lado de la línea.
—Te va a aburrir mucho. No creo que quieras escuchar cómo se desarrolla una planta.
—Tú nunca me aburres. Cuéntame. —Menos mal que no puede verme, segunda vez durante la noche que estoy como un tomate por su culpa.
—Habla sobre con qué propiedades se desarrollan cierto tipo de verduras y plantas para que sean comestibles. Todo el mundo en clase se aburre o no presta atención a la profesora, pero yo no puedo dejar de escuchar. Me parece lo más bonito de la vida de cualquier ser vivo, el desarrollo. En nuestro caso, el camino que recorremos durante todo el tiempo que vivimos. Cada uno tenemos el nuestro, el camino de nuestra vida, que nos lleva desde el principio hasta el final. Y lo más bonito siempre será el recorrido.
—Adoro la manera en la que ves las cosas. Los demás ven gris y tú ves colores por todos lados. Iluminas a cada paso que das, Naia. —Me gusta muchísimo, cada vez más.
—No sé qué decir a eso. Muchas gracias, Aco —respondo casi llorando por lo bonito que es hablar con él y no sentirme incómoda.
—Hace tiempo que quiero hablar contigo, pero creo que ya sabes por qué. Sobre todo, después de lo de hoy.
—¿Qué quieres decirme? —Estoy tan nerviosa que me tiembla todo el cuerpo.
—Naia, me gustas mucho. No te conozco hace demasiado tiempo, pero estoy seguro de que quiero pasar parte del recorrido de mi vida contigo. —Mi corazón deja de latir automáticamente para volverse loco. Cómo va a soltar eso de la nada.
Me quedo en silencio durante un momento intentando procesar toda la información y no volverme loca, menos si él me está escuchando ahora mismo.
—Aco, no me esperaba esto. No creo que haga falta que te diga que tú a mí también porque soy muy obvia —digo nerviosa, pero intentando no echarme atrás en ningún momento.
—Menos mal, joder. Ya me habías asustado, Naia. —Empieza a reírse y yo también—. No estaba seguro de decírtelo.
—Si no lo decías tú, está claro que yo menos —digo sin dejar de reírme.
—¿Cuál es tu flor favorita?
—El tulipán. Me han gustado desde que tengo uso de razón porque cerca de la casa de mi abuelo hay un campo de tulipanes. He pasado toda mi infancia huyendo ahí cuando me sentía mal, es mi lugar favorito en todo el mundo. Cada vez que me encuentro mal y necesito paz, voy sin dudarlo.
—Ojalá tuviera un lugar así de especial para mí. Bueno, en realidad sí lo tengo. Eres tú. Tú eres mi lugar seguro al que huir cuando no quiero escuchar a nadie más. —No puedo creer cómo han avanzado las cosas en todo este tiempo. Le he cogido muchísimo cariño.
Pasamos horas hablando y, cuando cuelgo la llamada, me tiro a la cama sin dejar de sonreír con la mano en el corazón. Late sin parar, a un ritmo poco habitual, muy rápido. Kiara sigue dormida, ya le contaré esto mañana. Después de tanta charla, me ha dejado claro unas mil veces que sí estamos juntos. Yo lo dudaba, porque a pesar de que nos gustamos no sabía si quería una relación. Tengo que hablarle a yeyo de él, le gustará seguro.

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