Capítulo 10

Naia
He decidido que voy a volver a casa de yeyo. Necesito estar un tiempo allí y habituarme a su ausencia. No he hablado con nadie estas semanas. Solo he estado tirada en la cama durmiendo y me despertaba llorando constantemente. Aco me ha llamado un millón de veces y no he contestado a nada. Ahora mismo estoy vacía. No quiero hacer nada.
Recojo rápidamente mis cosas y las pongo en las maletas. No esperaba volver a casa en esta situación. Nadie sabe que me voy, aunque tampoco creo que le importe a alguien. Me subo a un taxi y le digo la calle a la que tiene que dirigirse. Será caro, pero prefiero ir aquí que en el coche de Kiara.
No sé si estar sola me vendrá bien o mal, pero quiero estarlo. Cuando llego, dejo todas mis cosas donde van y voy hacia el sillón. Necesito paz, así que pongo Spotify y pulso sobre mi lista favorita. Las canciones empiezan a sonar mientras tengo los ojos cerrados. Pongo en repetición una canción que me relaja mucho. Se llama Love Songs-Bonus. Suena una y otra vez y poco a poco me voy quedando dormida.
Escucho golpes en la puerta sin parar. También una voz grave. Es Aco. ¿Cómo me ha encontrado? Supongo que Kiara le habrá dicho algo. Ahora que estaba tranquila tiene que venir. Me levanto del sillón y voy hacia la puerta para abrirla.
—Dios mío, menos mal. Estaba muy preocupado, Naia. No me vuelvas a hacer esto.
—Lo siento mucho. —Rompo a llorar en ese mismo instante.
—Tranquila, no pasa nada. Ya estoy aquí contigo. —Me tiro a sus brazos y nos sentamos en el suelo. Él se limita a acariciarme y yo a sollozar con la cara enterrada en su cuello.
Pasé toda la tarde abrazada a él sin soltarlo ni un segundo. Necesitaba a alguien a mi lado. En concreto a él. Me siento muy segura a su lado. Ojalá todos pudieran sentir las mariposas que se encuentran en mi estómago cada vez que lo veo.
Estar enamorada es algo precioso, pero en estas circunstancias solo quiero su compañía. No lo soltaría jamás si fuera por mí.
—¿Te vas a quedar esta noche aquí? —digo mirándole todavía con los ojos hinchados y las pestañas mojadas.
—¿Qué pregunta es esa? ¿En serio crees que podría dejarte sola en este estado? Naia, por dios, pues claro que me quedo. Me quedaré todo el tiempo que tú me dejes.
Me quedo en silencio durante un largo tiempo adorando sus facciones y sabiendo de memoria el lugar exacto de cada peca que tiene. Podría mirarlas por horas, como si fueran las constelaciones más bonitas que veré en toda mi vida. Es tan perfecto que de mirarlo cada vez me gusta más.

*

Acoidán
Naia salió de casa hace un rato para coger aire. Me rompe en pedazos verla de esta manera. Es la chica más especial y con el alma más bonita de todo el mundo. Desde que la conocí, me llamó muchísimo la atención. No es solo su preciosa cara y cuerpo, es ella en general. Era imposible que no me enamorara, es perfecta.
No quiero que esté sola mucho tiempo, así que salgo de la casa en su busca. Me estoy empezando a preocupar, no está por ningún lado. Si fuera ella, ¿dónde estaría ahora mismo?
«El campo de tulipanes es el lugar al que huyo cuando estoy mal». Es verdad, estará ahí. Miro por todos lados a ver si veo algo parecido. Busco el color rosa o amarillo, solo necesito saber que está bien.
De pronto, a lo lejos, se ve una chica tumbada en medio de tulipanes de todos los colores. Ahí está mi Naia. Mi preciosa Naia. Voy corriendo hacia ella y me tumbo a su lado para acompañarla.
—Hola —dice con un desdén de tristeza en su voz que sé que permanecerá en ella durante una larga temporada.
—¿Te sientes mejor?
—¿Cómo se puede estar mejor después de esto? Me siento vacía. Estoy rota, Aco.
—No estás rota, Naia. Eres perfecta, tanto feliz como triste, estoy tan enamorado de ti viéndote así o feliz. Esto solo es un bache que superarás, y yo estaré a tu lado para ayudarte.
—Te amo. —Es la primera vez que lo digo. Miles de mariposas empiezan a revolotear por mi estómago.
—Yo también, Naia. Ten por seguro que, por muy difícil que sea, recorreremos juntos el camino de nuestras vidas.

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