Isauro
La casa se siente vacía sin Naia aquí. La echo mucho de menos, pero sé que es lo mejor para ella en todos los sentidos. Estará conociendo a gente, aprendiendo lo que es la convivencia fuera de aquí y viviendo como los de su edad.
Ya era hora de que disfrutara como una chica de dieciocho años y no aquí, amarrada a esta casa. Siempre he querido lo mejor para ella, que estudie y trabaje siendo feliz, pero, por el momento, quiero que lo pase bien ya que está en edad de eso.
Estoy en la sala de espera del centro de salud para otra revisión más. El doctor quiere saber que todo va bien, o al menos que no va mal. Mi cáncer ya está avanzado, solo me queda vivir todo lo que pueda y asegurarme de que mi paquetillo va a ser feliz aquí, sin mí.
—Isauro, pase por aquí, por favor. —Entro en la sala y cierro la puerta—. ¿Qué tal está ahora mismo?
—Mejor que antes. No siento tantos dolores. Creo que los medicamentos están funcionando bien.
—Me alegro mucho. Para asegurarnos, voy a hacerle una prueba para ver cuánto de avanzado está el tumor.
—Está bien, ¿me quito la camiseta?
—Sí. Acuéstese por aquí y avíseme cuando algo le duela. —Empieza a pasar la mano por mi abdomen con una crema.
—Ahí. —Suelto un quejido de dolor y coloca el aparato justo donde le dije.
—Parece que ha frenado un poco el ritmo, eso es buena señal. Sigue del mismo tamaño que la semana pasada, las pastillas están haciendo efecto.
—Me alegro mucho. —Espero que todo vaya bien.
*
Naia
Esta tienda es gigante. Tiene hojas de todo tipo, bolígrafos de colores que ni sabía que existían y materiales escolares por un tubo. Venir a este lugar a comprar todo lo necesario fue una buena idea. Estamos todos repartidos por la tienda mirando lo que hay.
—Hay de todo. —Miro hacia todas las estanterías llenas de cosas.
—Y tanto. No necesitaremos tanto —dice Acoidán cogiendo solamente una libreta y un par de bolígrafos.
—No, pero un par de subrayadores tampoco vendrían mal. No seas extremista, Aco.
—¿Aco? —Me mira con una ceja levantada y media sonrisa.
—Perdón, Acoidán. ¿Contento?
—Me gusta que me llames Aco, tranquila. Bueno, ¿vas a coger libreta o portabloc?
—¿Acaso lo dudas? La libreta no es nada práctica. Empecé a usar el portabloc en secundaria y a partir de ahí no quiero otra cosa.
—Vale, vale —responde y mira hacia todos lados—. Chicos, ¿han terminado ya de cogerlo todo?
—Sí —dicen al unísono.
Dejamos las cosas en el coche de Kiki y vamos a la cafetería más cercana. Juntamos varias mesas para poder sentarnos todos juntos y nos quedamos un rato en silencio. Soy la primera en hablar.
—¿A qué carrera va cada uno? —pregunto al aire.
—Nosotros vamos a ADE, somos unos chicos emprendedores —dice Lucas riéndose.
—Sara y yo a Derecho —contesta Claudia mirándome fijamente—. Y Kiara también, ¿no?
—Lo llevo pensando un tiempo y me gustaría mucho —comenta Kiara.
—¿Y tú? —me pregunta Aco.
—Ingeniería Agrónoma. Me gustan mucho las plantas y me gustaría aprender mucho más de ellas y cómo cuidarlas correctamente.
—¿Y eso? Nunca había conocido a nadie que quisiera esa carrera —dice Raúl, curioso.
—Vivía con mi abuelo y nos dedicábamos a eso. Forma una parte muy grande y especial en mi vida. —No quiero llorar delante de ellos, no confío lo suficiente como para hacerlo, así que finjo que me rasco el ojo para quitarme la lágrima que lo asoma—. Me parece algo muy bonito.
Quisiera volver a mi rutina con yeyo, fuera de todo esto. Ya ha pasado una semana desde que me fui de casa y no me consigo habituar. Me llevo muy bien con todos, me siento una más del grupo, pero quiero estar en casa. Tendré que acostumbrarme poco a poco.
Cuando terminamos de desayunar en la cafetería, les doy mi número de teléfono a todos e inmediatamente me añaden al grupo de WhatsApp que tienen. Se llama Los Más Inteligentes, se nota que Lucas eligió el nombre.
Desde que Kiara y yo volvemos a casa, hay un nuevo mensaje de Raúl. Ella sonríe viéndolo.
Tenemos que repetir. Me lo he pasado muy bien.
Dejo el móvil en la mesa del salón y me echo en la cama un rato. Kiara está leyendo y tiene música de fondo. Las canciones que pone me gustan mucho, así que no le digo nada.
Siento que estoy preparada para estudiar de forma disciplinada, pero va a costar lo suyo. No soy muy organizada y tendré que serlo durante este tiempo si quiero sobrevivir y sacar buenas notas. Bachiller fue difícil, esto lo será el doble. No sé si me dará tiempo a salir con mis nuevos amigos muy a menudo, pero voy a estar centrada solamente en mis estudios. La diversión va en segundo plano cuando trata de mí y mi vida.
Voy a llamar a abuelo ya para ver cómo está. Tengo que cumplir la promesa de llamarle todas las semanas.
—Hola, paquete. ¿Cómo van esos primeros días?
—Bastante bien. Ya he hecho amigos gracias a Kiki. Tengo todo preparado para cuando empiece y estoy lista, creo.
—Va a ir todo bien, nena. Mándale saludos Kiara de mi parte.
—Igualmente, Isauro —dice Kiara escuchando la conversación.
—¿Y tú? ¿Te ha dicho algo el médico?
—Todo va sobre ruedas. Solo había sido un susto, pero va a estar revisándome todas las semanas para asegurarse.
—Menos mal. Bueno, yeyo, ya vamos hablando, voy a ducharme para irme a la cama pronto y no estar muy cansada mañana.
—Está bien, paquete. Recuerda que me puedes llamar para lo que sea y eres más que bienvenida en casa. No pasa nada si vienes sin avisar, por mí no hay ningún problema.
—Ya lo sé, abuelo. Te quiero mucho.
—Y yo, nena —dice antes de colgar.
Es muy bueno. Aspiro a tener un hombre como él en mi vida. Siempre me ha dicho que merezco lo mejor del mundo, así que, si alguien no es como él, no quiero nada. Tener una relación como las de los libros es un sueño. Hoy en día nadie es detallista ni cariñoso.