Isla de Fuerteventura. La partida. (Pgs. 21 – 27)

Alrededor de las doce entró un miliciano por el portón de la casa gritando:
–¡Orden del Gobernador de las Armas! ¡Orden del gobernador! ¡Orden de su señoría don Pedro Sánchez Umpiérrez!
A mis señores anfitriones y a mí, que nos encontrábamos en la sala comentando la catástrofe, nos asustaron sobremanera los gritos del miliciano, pues supusimos que también en Fuerteventura había entrado en erupción algún volcán. Salimos al patio y allí estaba el mensajero del gobernador: su cara estaba roja y todo su cuerpo temblaba, no por miedo, sino por la agitación de haber tenido que galopar sin tregua: venía roto de la monturaRoto de la montura Roto de la montura: Agotado de cabalgar.. Mi señor se acercó a él y cogió de su mano temblorosa la misivaMisiva Misiva: Papel o carta que se envía a alguien. blanca que portaba, al tiempo que daba órdenes a unos criados para que atendieran al miliciano y le dieran con qué refrescarse.

Mi anfitrión desplegó la misiva y acto seguido miró hacia mí; pensé al principio que se trataba de un gesto natural, que me iba a comentar las noticias contenidas en aquel trozo de papel, pero me dijo:
–Estas letras le competen a usted, querido amigo.
Me acerqué sin entender nada, y presuroso agarré el papel que me tendía. La carta iba dirigida a mi amigo y protector, pero la petición del gobernador se refería a mí. Requería mis cualidades de pintor. El gobernador pedía que me trasladara a Lanzarote con el fin de que le hiciera una pintura de la catástrofe volcánica para hacerse una idea exacta de qué estaba ocurriendo en la isla hermana. Cierto es que el reavivamiento de los volcanes el pasado octubre tenía en vilo a todo el archipiélago.
Al día siguiente del recibo de la carta y habiendo preparado los útiles necesarios con un criado que mi protector me asignó para que cuidara de mí y me ayudara en lo menesterMenester Menester: Necesario., nos acercamos a la costa de Majanicho donde nos esperaban seis hombres y una embarcación bien arranchadaArranchada Arranchada: Preparada para salir a navegar. que calculo que tendría unos ocho metros de eslora. Recuerdo que la mencionaban sin nombre propio, sino como «la lancha de Estévez el Negro».
Dejamos los dos mulos con los que habíamos hecho el viaje a tres hombres más que se quedaban en tierra y que acamparían allí hasta nuestro regreso. Nos hicimos a la vela y arrumbamosArrumbamos Arrumbamos: Fijamos rumbo. hacia Lanzarote. El aire estaba frío, había que abrigarse bien, al menos hasta que el sol calentara un poco más.
Durante la travesía vi como nunca había visto un gran número de peces voladores; algunos se perdían en los senos de las olas tras haber volado un gran trecho, tanto como un ave.

El mar estaba tranquilo, suave, con olas redondas de poco cresterío espumoso y el viento sin ser fuerte era regular, bueno para la vela; llevaba la embarcación una singladuraSingladura Singladura: Dirección. En este caso se refiere a rumbo. bien aprovechada. A los lados de la tapa de regala había un buen número de remos atados. Pregunté por ellos y me contestaron que el Gobernador de las Armas había dado la orden de que «de meterse una calmazón, hiciéramos la travesía a remo y de la manera más rápida, que la misión era importante y que muchas vidas dependían de la urgencia». Por eso habían elegido a los marineros más diestros y fuertes.

Isla de Lanzarote. La erupción. (Pgs. 15 – 21)

El primero de septiembre de 1730, entre las nueve y diez de la noche, en Chimanfaya se abrió la tierra y se elevó una montaña de piedras y escoriasEscorias Escorias: Cenizas volcánicas. ardientes emergidas de las profundidades por cuya cima echaba fuego y explosionaba. Desde el interior de la tierra estuvo vomitando fuego durante diecinueve días, atemorizando a los insulares y obligando a desplazar a los vecinos.
LuegoLuego Luego: Después. de apaciguarse y cuando parecía que por fin habían llegado la calma y el sosiego para los lanzaroteños, el día 10 de octubre, dos nuevos puntos distintos a Chimanfaya erupcionaron con gran estruendo: llevaron el caosCaos Caos: Gran confusión y desorden. a la isla, enterraron aldeas, arrasaron campos de cultivos y dejaron los ríos de lava ardiente a su paso; una catástrofe sin medida. MaretasMaretas Maretas: Hondonadas grandes hechas en el terreno para recoger el agua de lluvia., aljibesAljibes Aljibes: Depósitos subterráneos de agua., tahonasTahonas Tahonas: Molinos de harina cuya rueda se mueve con caballerías; también se llama así al molino de mano para hacer gofio., iglesias, casas y cultivos naufragaron en aquel mar de piedra ardiente, transformando la isla como si la obra del Creador hubiera quedado incompleta en el principio de los tiempos.
Gentes de los pueblos sepultados se desplazaron hacia el norte y hacia los puertos donde trataban de embarcarse hacia otras islas huyendo de la muerte. El ganado moría asfixiado por los gases maléficos de los volcanes. El hambre tocaba a la puerta en muchos hogares; entonces se preparaba bulto o velilloVelillo Velillo: Envoltorio generalmente de tela en el que se portaban ropas. con lo poco que tenían y se echaban a las playas en busca de navíos que los sacaran clandestinamente de la isla.
La Iglesia, por otro lado, trataba de calmarlos como ocurriera con Lorenzo Curbelo, cura de Yaiza, cuyas peticiones de abandonar la isla siempre fueron rechazadas por el obispado. Este cura, años más tarde, en 1744, redactaría a modo de diario dieciséis meses del proceso eruptivo histórico más largo de Canarias, pues aquello que había empezado en 1730 se prolongaría hasta 1736.
La erupción de Chimanfaya vino a sumarse a una situación bastante precaria en la producción agrícola de Lanzarote, suponiendo por tanto un gran descalabro para la supervivencia en la isla.

Isla de Fuerteventura (Pgs. 7 – 14)

Si la historia no ha dejado constancia de mi nombre, he de ser también yo fiel a ese designioDesignio Designio: Propósito o intención.. Este relato, por tanto, tendrá la misma anonimiaAnonimia Anonimia: Relativo al autor desconocido. que mi (sin intención malsanaMalsana Malsana: Moralmente dañosa. ni misteriosa) ocultada identidad. He de decir, sin embargo, y a mi favor, que no he sido mala gente, un poco aventurero acaso, debido a mi juventud, pero también un poco dejado de trabajos violentos o duros. He tratado de vivir siendo fiel a principios universales bien aceptados, como el conversar bien, el compartir el momento del vino y los ratos de sombra.
Sería un tanto cansinoCansino Cansino: Pesado, cansado. explicar qué hacía en Fuerteventura en el momento en que el corazón de la tierra hizo palpitarPalpitar Palpitar: Temblar. a la vecina Lanzarote. Pero para abreviar solo les diré que estaba allí, alejado de ciudades intrigantes y gustosamente atrapado por la austeridad casi monásticaMonástica Monástica: Pobreza (sin apenas vegetación). del paisaje majoreroMajorero Majorero: Gentilicio de los naturales de Fuerteventura y antiguamente también de los de Lanzarote.. Disfrutaba viendo en cada atardecer cómo aquellas romasRomas Romas: Pequeñas y redondeadas. montañas, moldeadas por vientos de siglos, transformaban sus ocres y sienas tostadosTostados Tostado: de color castaño oscuro. por marianos morados y lilas; paisaje sin igual cuando el leve invierno hacía brotar de aquella tierra aparentemente estéril un manto de variadas y minúsculas flores, abundando entre ellas las magarzas blanquiamarillas.
El día en que se inició la erupción en Lanzarote, el primero de septiembre de 1730, se sintió en Fuerteventura, pasadas las nueve de la noche, como un quejidoQuejido Quejido: Lamento. profundo, una rotura en el alma que hizo vibrar la tierra y los enseresEnseres Enseres: Utensilios y muebles de la casa. Recordé el ruido de la loza en la destiladeraDestiladera Destiladera: Mueble que contiene un recipiente de piedra porosa que filtra el agua y que cae a un bernegal (pieza de barro). y que tal cosa me hizo traer a la memoria las voces de mi difunta madre cuando decía que el ruido de los platos en la talla del agua se debía a las almas de los niños muertos, y que también eran estas las que hacían mover las piedras de las paredes del patio.

No recuerdo, ¡lástima!, cómo llamaba ella a esas almas, porque nombre tenían. El caso es que antes de pensar en la idea del volcán lo hice en esas palabras de mi querida y añorada madre.
Temerosa por los temblores de la tierra, la gente se botó a los campos, abandonando las casas. Se oían estruendos lejanos y se divisaba en dirección a Lanzarote como un gran incendio. «¡Es en Lanzarote!», gritaban los vecinos asustados mientras se persignaban nerviosamente, y todos estaban deseando que llegara el nuevo día con su luz, para que tal vez se aclarara qué estaba pasando y qué dimensión tenía tal acontecimiento.
Los correos fueron rápidos, el alba nos cogió a todos de amanecidaDe amanecida De amanecida: Sin haber dormido en toda la noche.. Se veía allá sobre Lanzarote una impresionante columna de humo, que buscaba taladrar el cielo hasta su infinito. Ya no cabía duda alguna: se trataba de una erupción volcánica. Las almas de los niños muertos seguían siendo igual de inocentes que cuando estaban vivos.
Fuerteventura era un pálpitoPálpito Pálpito: Latido del corazón. Aquí, agitación, temblor., la isla sentía no solo las sacudidas de las explosiones eruptivas de Lanzarote sino, además, el miedo de sus pobladores: el dolor por lo que estaba sucediendo en la isla hermana y el temor a que también su isla se rompiera con las fuerzas desatadas del interior del planeta o el designio de Dios. No nos queríamos ni imaginar por qué incertidumbres estarían pasando nuestros vecinos.
A las diez de la mañana el sol quedó eclipsado por nubes de humo. A lo apacible de septiembre se le sumaban ahora esos nubarrones oscuros, como una cabalgada del caosCaos Caos: Gran confusión y desorden. sobre las cabezas de los hombres y mujeres, que no hacían más que pronunciar el nombre de Dios y pedir perdón por pecados que ni siquiera recordaban haber cometido.
Las iglesias se llenaron y los curas andaban de un lado a otro calmando las locuras.

Palabra de 6 letras que se encuentra en el capítulo.