Cap.5

En cuanto las últimas palabras abandonaron mi boca, un débil gemido sonó justo detrás de mí. Sobresaltado, me di la vuelta de inmediato. Fue así como acabé cara a cara con el espectroEspectro Espectro: Aparición de una persona fallecida. otra vez. Cuando le enseñé el periódico que todavía sostenía entre mis manos, me respondió aumentando el volumen de sus quejidos, por lo que comprendí que eso era lo que quería que viera. Decidí salir del cuarto y volver al piso de abajo para sacar mis gafas de cerca de la mochila, sentarme en el sofá y leerlo con luz natural, alentado por ese pequeño logro en nuestra comunicación.
A medida que mis ojos recorrían las páginas, procuraba almacenar y procesar toda la información en el menor tiempo posible. Fue así como descubrí que, a pesar de que el periódico databa del 2 de julio de 1958, la noticia era una crónica sobre un asesinato ocurrido el 21 de junio de ese mismo año: el de un hombre acaudalado llamado Francisco Javier Hernández García, que había sido encontrado muerto en sus propios terrenos en Arucas con signos de haberle dado una paliza mortal.
Entre la sucesión de eventos relevantes que narraban el crimen y el proceso de investigación policial, el periódico mencionaba también detalles como su ocupación y el número de la casa en la que vivía la víctima. No pude evitar que se me congelara la sangre al comprobar que la dirección de la vivienda, tal y como había sospechado, era la mía. De repente entendí por qué hacía décadas que nadie pisaba este lugar.
Continué leyendo hasta llegar a la parte final en la que la crónica parecía perder contundencia, puesto que se limitaba a mencionar diferentes teorías: posibles tratos con la mafia, disputas vecinales, rivalidad por la posesión de los terrenos y así sucesivamente, solo para llegar a la conclusión de que era prácticamente imposible encontrar al culpable debido a la falta de pruebas, motivo por el cual la investigación policial acabó siendo suspendida.
Paralizado por el shock, no pude reincorporarme inmediatamente cuando terminé de leer. Estaba acostumbrado a que la muerte me rodeara, a oír quejidos, plegariasPlegarias Plegarias: Oraciones o súplicas dirigidas a una divinidad., gritos ensordecedores y canciones desaparecidas, así como a ver personas de todas las épocas imaginables, de todos los estratos sociales y de todas las condiciones. Desde que tenía ocho años, me había insensibilizado ante la idea de la muerte, del más allá, de los fantasmas y de las ouijas, pero nunca me había encontrado con un caso que me tocara tan de cerca ni de forma tan inesperada. Solo tras esta reflexión comprendí que la situación con la que me había encontrado era mucho más grave de lo que había pensado.
Busqué al espectro con la mirada y lo encontré parado justo al lado del umbral de la cocina, mirando hacia mí como un espectador que espera pacientemente una gran resolución. Volví a enseñarle el periódico.

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