Capítulo 18

18

La falúaFalúa Pequeña nave de carga. se acercaba al Viera y Clavijo. En el suelo de la motora, tras la barandilla, once hombres, agachados, apuntábamos al prácticoPráctico Persona que por el conocimiento del lugar en que navega dirige el rumbo de las embarcaciones. y a su ayudante. Yo sabía lo que había que hacer para asegurarme de que colaboraran. Me lo habían enseñado ellos mismos.
–Un solo movimiento en falso y te pego un tiro –le susurré cuando estábamos a punto de situarnos junto al correíllo–. Puede que muramos todos, pero tú irás por delante.
Nunca sabré exactamente cómo fue el abordaje. Sé que el práctico hizo señales de que bajaran la escala. Sé que al momento subíamos, de cuatro en cuatro, a la cubierta del Viera. Sé que de pronto yo ya estaba allí y en un santiamén teníamos encañonado a todo el personal de cubierta. Algunos de los nuestros recorrían el barco trayendo a todo aquel que encontraban. Los reunimos en la proaProa Proa: es la parte delantera del barco, según el sentido de avance.. Un cabo trajo a Pastor encañonado.
–No hace falta –le dije al cabo–. Este señor es un caballero.
Le estreché la mano al capitán, que me mostró una sonrisa de buen perdedor.
–Tomamos posesión del barco, capitán –anunció Layo.
–Usted sabe que no puedo unirme a ustedes –le dijo Pastor.
–Lo sé. Pero yo le garantizo que no sufrirá ningún daño.
–Cuento con ello –dijo Pastor saludándolo militarmente.
De pronto, un maquinista gritó:
–¡Salud y República!
Al instante, casi todos los demás se unieron al saludo.
Dos pasajeros se adelantaron saludando con el puño en alto.
–Somos pilotos de la mercante. Estamos con ustedes.

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