Capítulo 14

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Llegaron más soldados. En varios barcos distintos, pero todos pertenecientes al mismo regimiento de Gran Canaria, fueron incorporándose a la guarnición. Eran quintos. Un centenar de soldados. No les permitían hablar con nosotros, pero cierta vez, desde el exterior de la alambrada, uno de ellos aprovechó un despiste de los moros y me saludó con el puño en alto. Después me guiñó un ojo y continuó su camino.
Cuando lo comenté en el Casino, otros compañeros me contaron cosas similares. Al parecer, no todos ellos eran partidarios del bando nacional. Y se decía que algunos suboficiales podían estar preparando algo. Lucio lo desmintió. No sabíamos nada a ciencia cierta. Y suponer que aquel centenar se sublevaría contra la mía era mucho suponer. Debíamos seguir, concluyó, pensando en planes que pudiéramos ejecutar por nuestros propios medios.
Sin embargo, al día siguiente de esa charla, durante el rancho de mediodía, Lucio se acercó a Pedro y a mí y nos habló en tono de confidencia.
–Lo de anoche era para disimular. Llevo días conversando con un sargento. Un tal Ángel Rodríguez.
Pedro se atragantó de sorpresa.
–Mastica, hombre –le dijo Lucio en tono jocoso. Luego, continuó hablando con seriedad–. Mastica, pero escucha bien: se está organizando algo. Todavía es mejor seguir manteniéndolo en secreto, por si alguien se va de la lengua.
Además del sargento, había, al parecer, otros soldados, quizá no más de cinco o seis, fieles a la República. La mayor parte eran cabos, pero también algún soldado raso. Uno de ellos era Virgilio Munera, el que me había saludado.
–La cosa –prosiguió Lucio– es que aún no sabemos exactamente cómo lo vamos a hacer. Pero hay rumores de que van a mandar a la mayoría de los moros al interior, con el comandante. Por lo visto hay jaleo por allá.
–¿Y a quién dejarán al mando? –preguntó Pedro.
–Al alférez Malo.
No era un apodo. Ese era su apellido. Malo era un veterano de la Guerra de África. Duro, desconfiado. Hombre difícil de tratar. Sería uno de los oficiales a reducir. Así se lo comenté a Lucio.

–Todo llegará. Lo primero es esperar a que se vayan estos. Y a que lo hagan antes de que venga el correíllo.
Nuevamente, nos mostramos sorprendidos.
–¿Y eso?
–El sargento me contó que van a repatriarnos a todos los que quedamos. Y allá están fusilando a casi todo el mundo. Y de los nuestros, los últimos que se llevaron, no han venido buenas noticias.
Lo miré con preocupación. Pensaba en Antonio. Lucio lo adivinó enseguida.
–Antonio está bien, dentro de lo que cabe. Lo han mandado a prisión con Plácido, Inocencio y los demás. Pero Rodrigo Coello no tuvo tanta suerte. Lo fusilaron junto con otros del sindicato. Diecinueve en total. En Tenerife, los de CNTCNT La Confederación Nacional del Trabajo es una confederación de sindicatos de ideología anarcosindicalista de España, que desempeñó un papel fundamental en la consolidación del anarquismo en España en el primer tercio del siglo XX. se están llevando la peor parte, Tigre. Si a alguien le interesa que esto salga bien, es a ti.