El aplauso fue muy sonoro y largo, como también lo fue el tiempo de uso de la web que ellos utilizaban. Así que, de repente, se cortó la comunicación y se quedaron todos con la palabra en la boca y el aplauso en la mano.
Unos días más tarde le llegó el turno a Pepe. Todos estaban expectantes ante la posibilidad de que el muchacho hiciera algo especial, como era su costumbre, así que todos se vistieron elegantes para la ocasión. Marco añadió a su uniforme habitual, el pijama de Spiderman, una brillante corbata de pajarita.
El cantito con el que Pepe inauguró la exposición de su tarea no dejó indiferente a nadie. A los chicos se les puso la piel de gallina cuando el guapo rubio dejó oír las voces monótonas y un tanto espectrales de unas niñas que saltaban a la soga.
I had a little bird
And its name was Enza
I opened the window
And in-flew-Enza.
Luego se dejó ver en la pantalla con cara seria. Muy seria. De repente, la música cambió. Ahora el canto se tornó triste y melodioso.
Gilbert Mitchell se levantó muy temprano aquella mañana fría de principios de marzo. Su esposa Adelaida desayunó con él. No tenía buena cara. «No deberías trabajar tanto, Gilbert». Kansas, la capital mundial de los cowboys, como se le conoce hoy día, era donde se encontraba el campamento Funston, en la base militar Fort Riley. Gilbert trabajaba allí de cocinero.
En Wichita, cerca de uno de los márgenes del río Arkansas, en una humilde casa de madera, bien entrado el mes de marzo, Jonas White y su esposa lloraban la muerte de su hijo, el joven Reynald, quien disfrutaba de unos días de permiso otorgados por el ejército. A muchas otras familias también les fueron arrancados sus seres queridos a la fuerza cuando estaban empezando a vivir.
Y es que, cuando Gilbert llegó al campamento aquella mañana, la fiebre y el dolor de cabeza dieron con sus huesos en la enfermería. Cuando tenía que comenzar a servir la comida, al mediodía, la enfermería ya había registrado cerca de cien casos similares al del cocinero. A la semana siguiente, ya no cabía en aquel campamento tanto enfermo.
Dos años más tarde y tres oleadas después, la mal llamada gripe españolagripe española La pandemia de gripe de 1918, también conocida como gripe española o trancazo, fue una pandemia causada por un brote del virus de la gripe tipo A, subtipo H1N1. había dado la vuelta al mundo y, en su siniestro viaje, había matado a más de sesenta millones de personas. Algunos aseguran que bien se pudiera haber rondado los cien millones de víctimas.
Jonas cavó una tumba detrás del granero y depositó con mucho mimo el cuerpo de su hijo amado. Después de cubrir con tierra su ataúd, lanzó una furibunda y amenazadora mirada al cielo, se echó la pala al hombro y se fue a tratar de sobrevivir lo que le pudiera quedar, sin su amado hijo y sin ninguna esperanza.
Los muchachos ni parpadeaban. Pepe había empezado y su voz ocupaba todo lo que una voz haya sido nunca capaz de ocupar. Se podría haber oído hasta en el espacio vacío. Todos querrían haber interrumpido para preguntarle dudas, pero todos también sabían que estas se resolverían a lo largo de la exposición. Y si eso no ocurría, la lírica y el dramatismo que estaban viviendo no debería nunca ser interrumpido. Nunca…
Pepe siguió con su relato y la música siguió con su camino.
La influenza era la mortal asesina. El virus de la gripe se cebó con mucha gente joven aquel 1918 y, desde Kansas para el mundo, mató a muchas más personas que las dos guerras mundiales juntas. Los jóvenes soldados que no sucumbieronsucumbieron Sucumbir: Rendirse o ceder ante una presión, dejando de oponer resistencia. ante tan poderoso e invisible enemigo fueron llevando el contagio allá por donde iban. Poco a poco, otros Estados informaron de brotesbrotes Un brote epidémico, y usualmente brote, es una clasificación usada en la epidemiología para referirse a la aparición repentina de una enfermedad debida a una infección en un lugar específico. parecidos, como Virginia, Alabama, Florida…
Dos meses más tarde, el pequeño enemigo fue cansándose de Estados Unidos y puso pie, de la mano de los soldades americanos que iban a participar en la Primera Guerra Mundial, en las playas francesas. Y de ahí, inició un largo viaje, regado de muchachos que se rendían ante tal poderosa arma.
Bronquitis purulenta, muerte púrpura, fiebre de las moscas de arena o fiebre de Flandes fueron algunos de los nombres con los que se bautizó el mal.
Las trincherastrincheras Trinchera: Zanja excavada en la tierra dentro de la cual quedan los soldados protegidos del fuego enemigo o parcialmente cubiertos para poder disparar. se llenaban de muertos. Las de los dos bandos. No eran las balas las que dejaban a aquellos jóvenes con sus hermosas caras de color azulado por la cianosis o falta de oxígeno que el enemigo les producía al endurecerles los pulmones para matarlos asfixiados lentamente. No, no eran las balas…
La dama española… Otro de sus siniestros nombres. Quizás el más siniestro, y también quizás el más injusto. Y es que la gripe española, ‘influenza’ en inglés, lo único que tenía de española era el número de muertos de este país que se llevó por delante tras cruzar sobrevolando los Pirineos. Los contendientes de uno y otro bando veían a sus soldados sucumbir ante el mal. Ninguna de las partes quería hacer pública tal noticia cargada de desesperanza, que pudiera darle alas al enemigo, sin saber que el horror se cernía sobre las cabezas de todos.
Los periódicos en España, país neutral en la guerra, sí que publicaban noticias acerca de la enorme cantidad de españoles que habían muerto entre mayo y junio en el país a causa de la gripe. Y esta información corrió, como el mismo virus, a todas las agencias de noticias del mundo. De ahí el nombre de gripe española: por ser los primeros que hablaron de ella.
En invierno de 1918 la gripe vuelve a Estados Unidos y alcanza hasta los pueblos indígenas de Alaska. Se agotaron los ataúdes, como Galdós cuenta en Una industria que vive de la muerte. Se convirtieron algunos tranvías en coches para llevar cadáveres a su última morada. Última morada que, a veces, se cansaba de esperar a aquellos que se quedaban abandonados en casa hasta que alguien los iba a buscar para acercarlos al destino al que no podían llegar por su propio pie. Todo fue un horror: lo que vivían los enfermos, las familias, el personal sanitario. Lo que vivían todos.
¿Que por qué mataba sobre todo a gente de entre veinte y cuarenta años? Los estudios no son concluyentes, pero algunos indican algo acerca de que esas generaciones propensas a enfermar y morir de la influenza habían sido expuestos, durante la infancia, a un virus con proteínas distintas a las del virus que nos ocupa. Es un tema de exposición a virus y creación de anticuerposanticuerpos Un anticuerpo es una proteína producida por el sistema inmunitario del cuerpo cuando detecta sustancias dañinas, llamadas antígenos. e inmunidadinmunidad Estado de resistencia natural o adquirida que poseen algunos organismos frente a una determinada enfermedad o al ataque de un agente infeccioso o tóxico.. ¡Ya sabes, Marco: para tu glosario, colega!
Como estamos viviendo, la historia se repite y nunca debemos bajar la guardia. «No hay enemigo pequeño», decía mi padre. Pero lo importante es ser estrictos en preservarnos, cumplir las normas de higiene que se nos indican y, sobre todo, prepararnos para poder servir a la humanidad, y no precisamente con las guerras, sino con la investigación científica, con la medicina, con la enfermería y con todo lo que hoy estamos viendo que puede servir para salir de estas pandemiasPandemia Enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región. que nos acechan. Y salir lo más victoriosos que se pueda. ¡Que sin fútbol se puede vivir, Irina, que sé que te apasiona, pero sin ciencia no!
Aún hoy en día, los niños y niñas americanos cantan una melodía que acompaña a sus juegos, y que recuerda a aquel enemigo que vino volando. (Yo tenía un pajarito llamado Enza, abrí la ventana y entró volando).
I had a little bird
And its name was Enza
I opened the window
And in-flew-Enza.
Como cuando pierdes la conexión en videollamadas y se queda la imagen congelada… Pues así se quedaron todos, aunque, en este caso, con la conexión a full, como diría Marco.
Manu comenzó a aplaudir con una cadenciacadencia Sucesión regular de los sonidos o los movimientos que se va repitiendo en un período de tiempo determinado. lenta y continua a la vez que movía su cabeza, como afirmando parsimoniosamente. Le siguió Marco a todo gas, y luego Irina, quien comenzó una serie de reverencias «hechas con merecimiento», como ella misma le diría a Pepe.
El muchacho soltó el papel y, con un suspiro de alivio y de misión cumplida, se atrevió a articular un ‘gracias’ salido desde lo más hondo de las trincheras.
—¿Quién dijo que se acabaron las tareas en grupo por lo de la pandemiaPandemia Enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región.? ¿Quién dijo que no acercarnos nos iba a convertir en seres individuales, sin contacto con nuestros semejantes? ¿Quién dijo…? ¡Nada más! Creo yo… Aunque hubiera sido mejor tres ‘quien dijo’, como a veces hace Irina —sentenció Marco muy emocionado.
—¡Chaval! ¿Misión Imposible? ¡Cambia el título de la peli, Pepe, porque la has vuelto a liar! —le dijo Irina realmente sorprendida.
—Pepe, esa música, esa melodía, esas voces duras pero hermosas… Y ese guion tan bien hilvanado. Me quedo sin palabras porque todas las cogiste tú. ¡Enhorabuena! —concluyó Manuela.
El trabajo estaba llegando a su fin. Pasada la Semana Santa, el confinamientoConfinamiento Aislamiento temporal y generalmente impuesto de una población, una persona o un grupo por razones de salud o de seguridad. radical se iba a empezar a suavizar un poco. Nuestros chicos tenían otras preocupaciones, tal vez más importantes para ellos, como salir a pasear —«a un centro comercial, ¡qué horror!», como diría Gara sobrecogida— ir a la playa, irse a Artenara —«Desde que pueda me llevo a esta panda de vacaciones a Artenara»—, ver a sus amigos, abrazarlos, volver al insti…
Pero eso estaba aparcado por ahora. La vida se les había quedado demasiado pegada y no los dejaba avanzar. Sin embargo, también habían sacado lo suyo de este contratiempo.
—A lo mejor hemos encontrado la fórmula para trabajar por la tarde en casa: el trabajo colaborativo a través de las redes. ¡Es fantástico! Y así nadie se escaquea de estudiar fuera de clase. ¡Como ahora no nos podemos acercar a menos de dos metros…! Gara, ¿tú sabes como cuando estás triste porque se te acaba algo chachi, pero a la vez estás alegre porque se te acaba? ¿Como cuando te alegras, pero te cae a la vez una loza encima del coco? ¿Como cuando…?
—¡Ya, ya, no sigas! Quieres decir que ahora tú qué vas a hacer para acabar tu parte después de que Pepe haya resuelto la suya de forma tan magistral, ¿no? ¡Venga, venga, que te voy a enseñar algo!
Gara llevó a Irina de viaje nuevamente. Se fueron hasta Telde. Sobrevolaron el lazareto de Gando en 1918. Era un edificio hoscohosco Que tiene un carácter cerrado, desagradable y que no gusta de relacionarse con los demás. y gris e impresionante. Se construyó pensando en un lugar aislado para tratar epidemias de las que, a cada rato, asolaban las islas y que entraban por mar para cabalgar sobre una ciudad a la que diezmaban sin piedad.
Así, este lazareto iba a tratar enfermedades infecciosas. Pero no tenía algo que era clave: un muelle para poder poner en cuarentena directamente, por ejemplo, a gente que llegara por mar con el amarillo y negro por bandera, que indicaba epidemia a bordoEpidemia a bordo Libro de Mercedes Arocha, publicado por Cam-PDS editores, que narra un episodio de Gripe Española en un barco que llegó a Gran Canaria.. El acceso por tierra tampoco era nada fácil.
—¡Madre mía, Gara, qué miedito da todo esto! ¿Y no será este lugar el campo de concentración en donde encerraron a los presos políticos? Algo de eso me contó el abuelo Antonio.
—Efectivamente, Irina. Eso ocurrió entre 1936 y 1939. Después de destinarlo a acoger a presos políticos entre esos años, se olvidaron de él hasta 1946, año en que pasó a manos del Ejército del Aire. Hoy, en tu tiempo, es simplemente un edificio en ruinas, eso sí, cargado de historia. No entiendo por qué no está restaurado y preparado para visitar. Guarda muchos secretos que solo unos pocos conocen. Y la historia no se debe olvidar, porque si no se corre el riesgo de repetirla. Algún día recorreremos estos edificios y sus entrañas, donde se guarda tanto. Pero a nosotros nos interesa 1918, cuando lo de la gripe de Pepe. Vamos a centrarnos.
—Gara, ¿qué te parece si bajamos y oímos?
—Primero nos acercaremos a escuchar el principio de la historia. Y esto ocurrió en la ciudad.
«¡Al Lazareto! ¡Los llevaremos al Lazareto! Es lo mejor. No podemos dejar que se mueran a bordo», dijo don Bernardino Valle, alcalde de Las Palmas. «Y, por supuesto, no podemos poner a la población de la ciudad en peligro llevándolos a los hospitales que, además, están hasta arriba de enfermos. Está claro que no los podemos dejar atracar, pero tampoco dejarlos morir».
El alcalde de la ciudad, de acuerdo con el presidente del Cabildo, José Mesa y López, que además de una calle, fue un personaje…, impuso su autoridad en una de las decisiones más difíciles que iba a tomar en su vida. El director general de Sanidad envió un telegrama a Las Palmas para que todos los viajeros procedentes de la Península afectados fueran desembarcados.
Y es que desde que el barco Infanta Isabel, que venía desde Vigo cargado de ilusiones para buscar fortuna en el Nuevo Mundo, se acercó a la bahía, dejó ver su bandera amarilla y negra, que indicaba a las claras que estaban en cuarentena porque una enfermedad se había apoderado del gigante marino. Enfermedad que también se estaba haciendo sitio entre una población canaria a la que, además, se la comía el hambre.
—Pero, Gara, en la ciudad se ve a mucha gente contenta alrededor del muelle.
—Claro, Iri. Cada vez que un barco llegaba a la capital todos veían una esperanza en ese atraque. La ciudad se llenaba de vida, negocio, trabajo e ilusión. Pero cuando se dieron cuenta de que, además, traía a bordo la gripe… les cambió el semblantesemblante Expresión que tienen las facciones de una persona y que revelan su estado de ánimo.. Ya había muchos enfermos de ese mal en la isla. Dos veces ese mismo año había hecho su aparición en Gran Canaria. Y la gente tenía mucho miedo.
—Madre mía, Gara. ¡Es verdad! Mira cómo se está despejando el muelle.
—Sí, Irina. Cuando el barco llegó a Las Palmas, camino de las Américas, solo habían pasado unos seis días de travesía y ya había ciento setenta atacados, como llamaban a los enfermos. Diecinueve estaban muy graves y nueve habían muerto. La enfermedad estaba propagándose a un ritmo terrorífico. Y esto fue solo el principio. Vámonos ya, que no trajimos mascarilla y nos podemos contagiar nosotras también.
—Calla… ¿Sí? ¡Venga ya! Te quieres quedar conmigo… —dijo cuando se dio cuenta de que Gara le estaba tomando el pelo.