Cap. 7

En aquella primera videoconferencia en la que cada uno iba a mostrar al resto las pautas de cómo iban a afrontar su parte de la tarea, Marco se atrevió a leer el principio de su trabajo, dejando de piedra, como algo a lo que se hacía referencia en su texto, a todos los compañeros.

—Ocurrió en As Pontes, Galicia. Así, se quedó a la intemperie en el parque municipal, frente al ayuntamiento.

—¡Marco! ¿Qué estás hablando? ¿Tú sabes de qué va este trabajo? ¡Ay, mi madre…! —saltó Irina, desesperada—. ¡Manu, ¿tú qué le contaste al muchacho este?

Marco miraba a Manu. Manu miraba a Marco. Y esperaban…

—¡Chacho, chacho! —exclamó Pepe— ¡Si parecen el niño y el robot de la serie Perdidos en el espacio cuando uno sabía lo que pensaba el otro!

—¡Lo que me faltaba ya! El tiempo caminando, dos en estado catalépticocataléptico La catalepsia es un trastorno repentino en el sistema nervioso caracterizado por la pérdida momentánea de la movilidad (voluntaria e involuntaria) y de la sensibilidad del cuerpo. y otro hablando de telepatía. No, si te digo yo que de esta la palmopalmo El palmo era una antigua unidad de longitud antropométrica: la medida entre el extremo del dedo pulgar y el extremo del meñique con la mano extendida., y no precisamente del virus.

—Tenía una inscripción latina —continuó Marco, como quien sienta cátedra— y se relaciona con otras piedras con mensajes idénticos. Se cree que el emperador romano Caracalla, en el 212, preocupado por su salud, fue visitando santuarios para rezar a los dioses. Y también estuvo en el de Apolo de Claros, en la actual costa turca, antes Asia Menor, y parece ser que el oráculooráculo Mensaje o respuesta que las pitonisas y sacerdotes daban en nombre de los dioses a las consultas y peticiones que los fieles les formulaban. de ese santuario difundió ese mensaje, como siempre hacía, y previo pago. Es como si tú vas y le pones una vela a la Virgen del Pino.

Todos se partieron la caja, como ellos mismos decían, ante tal exposición.

—Lo bien que iba y mira cómo acaba —dijo Pepe—. Me hizo recordar al de La guerra de las galaxias, Jar Jar Binks, con su típico ‘mi no sepo’, a la vez que le daba a uno de los Jedi la idea que los salvaría de la desaparición. ¿Se acuerdan, la ciudad subacuática donde refugiarse de los malos? ¡Ja, ja, ja! Tanto subir para tirarse en plancha. ¡Este Marquillo…!

Irina abandonó la casa virtual y se fue a llorreír. «Voy a sufrir más que los anacoretasanacoretas Anacoreta: Religioso que vive solo en lugar apartado, dedicado por entero a la contemplación, la oración y la penitencia. en el desierto, como dicen que decía mi bisabuela», pero Gara atrajo su atención.

—¡Chacha! ¡Qué nivel! Es espectacular lo que está haciendo Marco. ¿Ustedes por qué se ríen? ¡Es un maestro del suspense!

—No, en verdad es todo un maestro, pero del suspenso, ¡ja, ja, ja! ¡Vaya rollo! Entre él y Pepe, dale unos años, llenarán la alfombra roja de artistas de cine… y hasta saldrán volando con ella —dijo Irina con la voz entrecortada porque la risa y las lágrimas la tenían asfixiada perdida y al borde del colapsocolapso Paralización o disminución importante del ritmo de una actividad..

—Otra teoría es que los legionarios romanos grababan súplicas en aras de piedra —continuó Marco—. Textos similares a los que se atribuyen a la petición del emperador Caracalla han aparecido no solo en As Pontes, sino en Marruecos y hasta en el límite norte del imperio, en el mismísimo muro de Adriano. Como cuando uno raya en una piedra: «Marco y …» dentro de un corazón.

—¡No, Marco, ibas genial! ¡No te tires al barro otra vez, colega! —le dijo Pepe muerto de risa.

Marco seguía a lo suyo, explicando que lo que parece ser que fue viruela, en el siglo II y en el poderoso Imperio romano, fue la primera pandemiaPandemia Enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región. global que asustó hasta al propio Galeno, médico al que llamaban el príncipe de la medicina, quien huyó aterrorizado de Roma ante la muerte y la desolación que salpicó a todo el imperio. De ahí las piedras de súplica que han aparecido en distantes y distintos puntos de la Roma clásica.

—¡Siete millones de víctimas! —dijo Marco, dándole un aire de solemnidad que, ahora sí, hizo rendir a sus pies a los compañeros—. Siete millones de almas, entre las cuales se contaron personas del noroeste de Hispania también. La zona de los castros gallegos. Lo que les dije de As Pontes. Sí, hombre, As Pontes… ¿No les dije antes? As Pontes significa ‘los puentes’. Pero puentes no de fiesta, sino…

—¡Que sí, Marco! Que se entiende. No se explica eso. ¡No la encharques!

—¡Lo cogí! ¡Tirarme al barro, encharcarse…! Ya me enteraré de lo que me están queriendo decir. ¡Déjenme un poco más de tiempo, que yo lo saco!

Era sorprendente el nivel de la tarea de Marco, a quien Manu había dedicado solo un poquito de su tiempo. El muchacho no necesitaba que le explicaran cómo hacer la tarea, necesitaba creer que él podía hacerla. Y su compañera le dio la seguridad que no tenía.

—En el año 249, en época del emperador Cipriano, otra pandemia hundió la economía del imperio, cuya sociedad estaba muy venida a menos por la anterior enfermedad. Esta vez los síntomas, que han aparecido en las fuentes, indican que pudiera tratarse de ébola. Y sí, yo me pregunté lo mismo: ¿primero aras de piedra y ahora fuentes? ¡Que no, que es broma! En plan juego de palabras. ¡Ji, ji, ji!

Y esta vez fue Manuela la que comenzó a aplaudir a Marco exageradamente. Nadie sabía por qué. Solo ella se dio cuenta de que Marquillo había utilizado su ‘en plan’ de manera correcta.

—«En plan juego de palabras» —dijo Manu, que se fijaba mucho en lo que los demás hablaban—. ¡Sí, señor!

—Y en el año 541 apareció la peste justiniana: el primer brote bubónico letal. Y hasta aquí puedo leer. ¡Ah! Y sin copia/pega. Bueno, un poco, porque no iba a hacer un resumen de los grabados de piedra y los copié tal cual. ¡Ja, ja, ja! Por no hacerle un feo a los que grabaron en la piedra, ¡ji, ji, ji!

Todos los compañeros hacían aparecer y desaparecer sus cabecitas del cuadro de la videoconferencia en señal de reverencia hacia el ‘dios romano de las pandemiasPandemia Enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región.’, como lo bautizaron, y al aprendiz de primero de recreo de los juegos de palabras.

—Para eso te falta un poco, Marco: para captar los juegos de palabras. Pero has hecho un trabajo bestial, colegui —le dijo Irina mientras Pepe y Manuela asentían.

—A mí me sorprendió que Galeno de Pérgamo, uno de los más destacados médicos de la Antigüedad y que sentó las bases de la medicina para los estudios de las culturas posteriores, huyera aterrorizado. Y que, habiendo estado en contacto con tanto enfermo, no se contagiara —dijo Manuela—. Deberías estudiar esos dos aspectos un poco más.

—¿Cómo? ¿Qué? Eso no me lo sé, Manu. Pero me pongo a ello.

Aquí acabó la videoconferencia. Marco había crecido porque habían creído en él. Y el resto se planteaba ahora que mucho tenían que trabajar para mejorar lo que acababan de oír.

—¡Irina, alucinante lo del Marco este! Y guapo que es el pibe —le decía Gara mientras Irina se perdía en ensoñaciones de lo que pudo ser la preparación de la tarea por parte de Marco con el asesoramiento de Manu.

—Pues sí que es guapo. Si no, pregúntale a Manuela. ¡Ay, Gara! ¿Y yo qué voy a hacer para mejorar esto? ¡Porque se salió del todo! ¡La tarea está cremita total! Y lo otro… Lo de Marco y Manu…

—Mira a ver si ahora vas a coger el teléfono embalada para preguntarle a Manu qué, cómo y si… —Las dos chicas se miraron, sonrieron y con la vista señalaron al supermóvil de Irina—. ¡Claaaro! ¡Llámala!

—¿Y ahora quién es la novelera, loco? ¡Ja, ja, ja!

Irina cogió el móvil, con la disculpa de pedirle asesoramiento con la tarea que iba a tratar de la gripe de 1918 en Canarias, para noveleriar sobre ella y Marco. Ni que decir tiene que Manu la escuchó, pero no soltó prenda.

—Pídele a Marco el librito de Epidemia a bordoEpidemia a bordo Libro de Mercedes Arocha, publicado por Cam-PDS editores, que narra un episodio de Gripe Española en un barco que llegó a Gran Canaria.. Tal vez te pueda ayudar. Métete telemáticamente en el Archivo Histórico y busca en los periódicos de la época. Con respecto a qué voy a hacer yo para mejorar el trabajo, estoy en ello. Hay opciones. Y para lo que de verdad era esta llamada, no te puedo ni quiero ayudar. Gracias.

Y se acabó la conversación, de tal modo que Irina y Gara decidieron no volver a incomodar a Manu, porque tal vez tuviera una reacción que ninguna de las dos querría provocar.

—¡A ver si se va a rayar y nos deja colgados, con lo buena que es! Gara, nos hemos columpiado con Manu…

 

…si miro a la puerta me parece que entra en figura de gente, si miro a la ventana me parece que entra con el aire, con el sol y con el polvo de la calle. No como, por miedo a que entre en mi cuerpo con la comida, ni duermo temiendo que me coja en sueños y me lleve antes del despertar.

 

—Esto es un cachito de la novela Un faccioso más y algunos frailes menos, escrita y publicada en 1879. Entre otras cosas, como por ejemplo intrigas políticas, habla del cólera asiático que se declaró en Madrid en 1834 y de la matanza de unos frailes, a quienes se acusó de envenenar las aguas y producir la enfermedad. Imagínense que hablamos del siglo XIX y no del siglo II, siglo que yo trabajé. El miedo de la gente, ante la poca idea que se tenía de la enfermedad, hacía que todos estuvieran horrorizados. Buscaban culpables (esta vez le tocó a los frailes) y trataban de huir de los focos de contagio, con lo que generaban más contagio. Galeno, por muy médico y filósofo que fuera, estaba también muertito de miedo y salió por patas —sentenció Marco.

—¡Yuos, Marco! ¡Qué poco glamour al final, chaval! Eso es lo que pasa en algunas pelis, que empiezan de maravilla y luego el director se la lía y acaba en plan ‘the end’ porque es lo único que vas a recordar del final de la peli. ¡Tristeza de peli que solo se te viene al coco: The end! ¡Ja, ja, ja! —replicó, como no podía ser de otra manera, el cineadicto Pepe—. Y si no, vean Salvation, la serie. Y no les digo más, que me meto en terreno spoilerSpoiler Explicación de algún aspecto importante de una película, libro, etc., que a una persona que lo desconozca le puede resultar molesto que se lo desvelen..

Manu levantó su dedo índice, que aparecía manchado de tinta como siempre. Había escuchado pacientemente a Marco y se le había revelado algo que podía ser útil para su propia tarea.

—Irina, voy a completar tu tarea sobre la epidemia de cólera. Benito Pérez Galdós tiene mucho que contarnos, como ya dijo Marco.

—Gracias, colega. ¡Yo también te quiero! O sea, que mi trabajo estaba incompleto. ¿Y por qué no me lo contaste en su momento? ¿O solo estás para ayudar a unos sí y a otros no? —protestó Irina con tono de resentimiento.

Manuela se quedó observando a sus amigos. Irina había desaparecido de la pantalla, aunque la oían hablando con alguien. Pepe no sabía qué pensar y Marco estaba en Belén con los pastores.

***

—¡Hasta mucho tardaron en picarse! —sentenció Margaret cuando Irina le contó lo que había pasado.

Tres semanas aislados del mundo natural y conectados sin presencia física estaban haciendo mella en los chicos.

—¡El pelo de Irina me encanta, la raya está rectita y la trenza bien hecha! ¡Tú, Manuela, estás un poco más despeluzada! —habló Marco para romper el hielo.


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