La Covid-19 estaba corriendo por el mundo de una manera exagerada. Varios millones de contagios se estaban produciendo en casi todos los países del mundo, y mejor ni hablar de fallecidos.
Esto se entiende por la gran movilidad de personas que hay actualmente por el planeta. No era así en las épocas a las que hemos hecho referencia, pero es que las ciudades canarias de la época, como la mayoría de ciudades, tenían un importante problema de salubridadsalubridad Característica o cualidad de lo que no es perjudicial para la salud.: mucha basura cerca de las zonas habitables, animales sueltos por las calles y, sobre todo, pocos medios para remediar estos problemas.
Como hoy, el aislamiento, los cordones sanitarios y la desinfección con lo que se tenía más a mano era lo único con lo que se podía hace frente a las epidemias. Hoy día, en los campos, cuando llega el verano, se sigue albeandoalbeando Albear: Blanquear o poner blanco algo. las cuevas con cal. Dicen que es un buen desinfectante.
—¡Irina, a cenar!
Fue poner un pie en tierra, en una habitación de la que parecía que no había salido, cuando oyó a su madre llamándola.
—¡Vooooy, jefa! ¡Tengo un hambre! ¿Habrás preparado algo contundente, verdad? ¡Di que sí! —Y agarró el tenedor y el cuchillo como lo hubiera hecho Obelix en cualquier episodio de la Galia que coincidiera con la hora de comer, que para nuestro personaje eran todos.
—Iri, ¡mírame! ¿A ti te han dicho en el insti que las esclavas se acabaron?
—Sí, madre. Pero yo todavía tengo una, ¡je, je, je! —Margaret se aproximaba más rápido que Speedy Gonzales cuando la joven señaló su muñeca—. ¡Mami, mami! ¡Atrás, vade retro! Mira, mi esclava, con nombre y fecha de nacimiento. Pero si me la regalaste tú… ¡Ja, ja, ja!
Y así fue como acabó otro día de confinamientoConfinamiento Aislamiento temporal y generalmente impuesto de una población, una persona o un grupo por razones de salud o de seguridad. severo, metidas de lleno en la Semana Santa y con el trabajo de Irina casi maqueadito, como ella misma le contó a su madre. Porque hasta ahí pudo contar. Lo otro… ¡Ni una palabra a nadie! Como siempre le repetía su amiga Gara.
—¡Base llamando a Tierra! ¡Base llamando a Tierra! ¡Houston, tenemos un problema! ¡Hasta el infinito y más allá! ¡Hakuna Matata…!
Marco intentaba, por todos los medios, que le hicieran caso en aquella nueva conferencia ‘Internetstelar’, como las había bautizado Pepe.
Unos y otros cogían la palabra, se mandaban besos y se saludaban como si el mundo estuviera llegando a su fin. Solo pararon cuando oyeron la expresión estrella de la peli El rey león: ¡Hakuna Matata!
—¡Chaval! ¿Y ese repertorio? —soltó Irina empleándose a fondo.
La muchacha tomó la palabra aprovechando aquel claro, ya que todos se quedaron calladitos, para contarles su parte. Después de haber hecho un recorrido desde la Canarias más antigua hasta el cólera de 1851, Irina se había quedado muy a gusto.
—Quien diga que no sabemos hacer trabajo cooperativo que nos lo pregunte a nosotros, que tenemos para contar lo que cabe en una enciclopedia, colega. ¡Somos lo más, primo! —Marco estaba exultante por pertenecer al grupo «Desde las trincherasDesde las trincheras Nombre del grupo de trabajo.» y a cada momento que tenía la oportunidad lo repetía—. ¡Vamos sobraos, loco!
—Es verdad, Marco, pero si lo repites tanto parece como que no te lo crees. Además, de cara a los demás grupos hay que tener tacto y ser solidarios con los menos capaces. Nosotros lo llevamos crema, pero no te farolees mucho, que queda feo —Irina siempre tenía presente el no dejar a nadie por debajo, sino ayudar en todo y a todos.
—¿La solidaria? —se quedó Marco pensando—. ¿Eso no es como que se te lo come todo y tú te quedas en nada? ¿Flaco como un espagueti? ¡Eso me contó mi padre una vez! O algo así…
Pepe, por no escupir al ordenador, apuntó a una pobre maceta que estaba al lado, cerca de la ventana, y la regó… pero con el refresco que tenía en la boca. Los demás le fueron a la saga y solo quedó una carita en la pantalla, la de Marco, que se quedó pescando, como le dijeron los demás.
—Eso es la solitaria, Marco. La tenia —le dijo Irina como pudo porque no paraba de reír.
—La tenía, será. ¡Con tilde! ¿No? —le contestó Marco, a quien ya no sabían si darle el título del más erudito con las palabras o quitárselo de por vida en ocasiones como esta.
—Voy a hablar de Don Benito. ¡Marcos, cállate! —le ordenó Manuela cuando el chaval estaba a punto de levantar el dedo otra vez.
—¡Vale, captado, amiga! ¡Punto en boca! —respondió Marco—. Pero ese es el pibe de antes, ¿no?
—¿Te acuerdas, Irina? Lo que hablamos: solo voy a aportar unos detalles del gran escritor y su relación con el cólera. Durante la primera epidemia de cólera del siglo XIX, le faltaban a Don Benito años para nacer. Fue en la segunda, en 1851, de la que tú diste muy buena cuenta ya, cuando la familia Pérez Galdós, huyendo de la epidemia en la ciudad, se trasladó al campo. Más concretamente, a la finca de Los Lirios, en El Monte, donde estuvieron casi seis meses. Su familia no sufrió ninguna baja, pero otras vieron partir a muchos de sus miembros. Durante esos meses de confinamiento, el niño Benito se ocupaba de sus cosas mientras se preocupaba de lo que oía y vivía también. Esto se vería reflejado en años posteriores en algunos de sus escritos, como en el Episodio Nacional titulado Zaragoza, en el que habla de los estragos de la epidemia.
—Perdón que te interrumpa, Manu —Irina quería dejar constancia de que parte de aquello que contaba Manuela era parte de aquello otro que ya ella contó—. ¿No estabas hablando de 1851? Es que acabas de nombrar Zaragoza, que trata de acontecimientos ocurridos muy a principios del siglo XIX, y Don Benito ni había nacido ni se le esperaba. ¡Ja, ja, ja! —Soltó de corrido, y muy sobrada, ante los ojos como platos de Pepe y Marco, que veían, por el tono que había empleado la muchacha, que la cosa se podría poner fea de un momento a otro.
—¿Podrías dejarme terminar? —sentenció Manu.
A su vez, Pepe cruzaba sus antebrazos y hacía un paraguas con el dedo índice de una mano sosteniendo la palma de la otra, ocupando su cuadrito de pantalla para pedir tiempo muerto, o cambio, ¡o no se sabe bien qué!, mientras Marco gritaba:
—No me digas que tendremos partidito de baloncesto, colega… ¿Ya se puede jugar?
—No, tranquilos, no pasa nada —reaccionó serena Manu—. Irina, has estado atenta. Tienes razón, Don Benito habló de la epidemia en la novela que trata del sitio de Zaragoza por parte de los franceses, y también en Un faccioso más y algunos frailes menos, donde describe hechos que no vivió directamente, ya que se relatan acontecimientos sobre la epidemia de cólera de 1834, pero sí que pudo valerse de sus recuerdos sobre cómo vivió esta experiencia en el 51.
»Más tarde, vio la luz un cuento titulado Una industria que vive de la muerte, que se publicó en prensa en 1865, año de otra terrible epidemia de cólera que entró por Valencia y alcanzó Madrid, haciendo que nuestro escritor tuviera que revivir aquel confinamiento que ya sufriera en El Monte Lentiscal. Por eso comenté que los recuerdos de su niñez en la epidemia que sí sufrió en Las Palmas, la que tú tan bien trabajaste, como ya te dije, seguro que le sirvieron de mucho para novelar, así que gracias, amiga.
Manu no quería problemas. Después de darle las gracias a Irina, para relajar la tensión, continuó con su exposición.
—También quería reseñar que, durante aquel confinamiento del 51, el pequeño Benitillo construyó la maqueta de una ciudad medieval o algo parecido, con su río que la rodeaba, su iglesia gótica, sus caminitos… La hizo pintando y recortando papelitos, con piedras, cartón, cristalillos… Hoy en día parece que se conserva en la citada casa del Monte Lentiscal.
—Pero ¿estamos seguros de que en el episodio Zaragoza se habla de cólera? ¿No será de fiebre amarillafiebre amarilla La fiebre amarilla es una enfermedad vírica aguda, hemorrágica, transmitida por mosquitos infectados. o de gripe? —insistió Irina.
—Pues lo investigaremos, amiga. Yo he visto por encima que nombra la epidemia, pero referencias específicas al cólera no. Además, no he encontrado nada acerca de que en las fechas del sitio de Zaragoza hubiera tenido lugar alguna epidemia de cólera en España. De todos modos, habrá que leer ese episodio de Don Benito con detenimiento. Marco, ¿te atreves?
—¡Eh, eh, para mí no miren! ¿Estas dos se ponen a hablar de cosas raras y ahora tengo yo que solucionarlo? ¡Qué va, qué va! Tipo no veo bien de cerca. ¡Ja, ja, ja!
Todos los componentes de aquel peculiar grupo se tomaron un descanso y se echaron unas risas con la respuesta de Marco.
—¡Vaya, no perdió el tiempo! Claro, es que los genios no perdemos el tiempo nunca —soltó Pepe, muy ufanoufano Persona que presume de sí mismo o se muestra orgulloso de poseer cierta cosa o de ser algo.—. Lo digo por lo de la maqueta y eso…
—¡Vale, Eu-genio! ¡Ja, ja, ja! Suelta el premio Nobel un ratito, que te pareces a Russell Crowe en Una mente maravillosa, una peli que cuenta la historia del genial matemático John Forbes. ¡Que yo también sé de cine, coleguita! —replicó Irina a la vez que mandaba un besito volado al atónito Pepe.
—¡Levántate de la butaca, que acabó la sesión, Irina! ¿No ves que está exponiendo Manu? ¡Vaya fauna, Dios mío! —Pepe hizo ademán de sufrir lo que más bien le encantaba de aquel maravilloso grupo, para luego picarle el ojo a Irina ¡Se lo pasaba genial!
—Gracias, Irina y Pepe. Bueno, después de esta interrupción, por otro lado refrescante —dijo Manu con un deje chistoso, algo raro en ella—, he de decir que este trabajo de nuestro insigneinsigne Sinónimo de célebre. escritor me recuerda mucho a lo que hacemos en Tecnología con Silvia y Vero, ¿verdad?
¡Vaya que si era verdad! Habían aprendido hasta a atornillar y cortar madera, por empezar con los trabajos más duros, para acabar haciendo maquetas de ciudades con luces y, por supuesto, usando materiales reciclados, que, por cierto, era lo más que le gustaba a Irina. «¡Fuera consumismo y arriba con lo que le sobra a uno mismo!», había sido su lema en las tareas de Biología sobre medioambiente. Pero eso es otra historia.
Manuela continuó hablando de Galdós. Este había empezado ya a formar parte de su vida y ella se empeñaba en reivindicar su figura desde que encontraba un resquicioresquicio Abertura estrecha y alargada que queda entre el quicio y la puerta cuando esta no está cerrada del todo o cierra mal., por pequeño que este fuera. Siempre buscaba la manera de ponerlo en valor. ¡Es que es canario y uno de los mejores escritores de la historia de la humanidad!
—Otra epidemia entró por Valencia en 1865, como les estaba contando. Seguía sin saberse mucho de la enfermedad. Las mejores curas las proponían los que hacían sangrías para expulsar el mal del cuerpo; luego estaban los que proponían lavativaslavativas Lavativa: Enema, lavado, lavativa o clisma, es el procedimiento de introducir líquidos en el recto y el colon a través del ano. y teorías miasmáticasteorías miasmáticas Según esta teoría los miasmas, que eran el conjunto de emanaciones fétidas de suelos y aguas impuras, eran la causa de enfermedad., y, los ensalmadores, quienes mediante palabras mágicas, señales y frases, y previo pago, claro, decían curar la enfermedad —Manu seguía a lo suyo, captando otra vez con sus palabras la atención de sus amigos—. Marco, no había cambiado nada, como te podrás dar cuenta, desde la Antigüedad clásica —dijo dirigiéndose al muchacho en su brillante disertacióndisertación Escrito o exposición oral en que se diserta sobre un asunto.—. ¡Y mira que ha pasado tiempo desde la Edad Antigua, que tú trabajaste, hasta este siglo XIX! —siguió la muchacha, centrando su atención en Marco, quien asentía como si estuviera entendiéndolo todo.
Tal vez sí que lo entendía, pero las caras que ponía… «¡Es que es flejeFleje En este caso es sinónimo de gran cantidad. gracioso!», pensaba Irina.
—Hasta que, en febrero de 1884, apareció Robert Koch, descubriendo el bacilobacilo Bacteria de forma cilíndrica alargada. causante del cólera. ¿Y a que no saben dónde lo descubrió? —preguntó Manu mientras Marco levantaba la mano—. ¡En las heces! —siguió la joven, ignorando la temida intervención de Marco que, sin embargo, se produjo.
—¿En las heces? ¿Como los canarios? En las zetas no, ¿verdad? ¡En las eses! Mejor me callo, ¿no? —e hizo señales de darse un punto de costura en los labios.
—Y llegó Jaime Ferrán, en 1885, quien ensayó una vacuna muy criticada por los políticos y los científicos de la época, como el gran Ramón y Cajal, quien negaba que introducir en el cuerpo lo mismo que producía la enfermedad pudiera ser efectivo. No se aprobó la vacuna hasta el verano de 1919 en un congreso en París. Entonces ya se reconocía la vacuna como medio para acabar con la enfermedad.
—¡Guau, Manu! El tema vacunas no había sido tratado en el trabajo. ¡Y es la clave! —dijo Irina, siempre atenta.
—Total, chicas —dijo Marco mirando al infinito como a una luz—. Por la vacuna es por lo que todos estamos en una carrera contrarreloj para poder volver a la vida normal con esta Covid-19. No es por fastidiarles la fiesta, no —continuó el muchacho—, pero ¿qué tienen que ver las vacas? Siempre me lo he preguntado, pero no lo hago en voz alta por si se ríen —comentó Marco.
—¡Como si a ti te preocupara preguntar por si se ríen! —le dijo Irina, comprensiva—. Pero como tú eres la bomba, te voy a decir que tienes toda la razón. Viene de vaca. Hay una serie de palabras clave que entrarían en los glosarios que tanto te gustan: Balmis, personas ordeñando vacas, inmunidadinmunidad Estado de resistencia natural o adquirida que poseen algunos organismos frente a una determinada enfermedad o al ataque de un agente infeccioso o tóxico. y vacuna. ¡Y la solución es que el grupo «Desde las trincheras» se encuentra orgulloso de que seas uno de sus miembros!
—¡Ay, colega! —dijo Pepe—. ¡Yo con esto hago una peli que te cambas la peluca! Las vacas sagradas de la inmunidad, sería el título.
—Vale —cortó Manu—. Ya tienes el título. Y como te va a quedar confinamiento para rato, vete buscando actores y financiacion. Y si sabes contar… no cuentes conmigo. ¡Je, je, je! ¡Efectivamente, Marco! ¿Te acuerdas de que te pregunté por qué Galeno, tan cerca que estuvo de la enfermedad en la Antigüedad, no enfermó? —le preguntó Manu a Marco.
—¡Hey, hey! Esa me la sé —saltó confiado Marco—. Como en esa época no se podía abrir cuerpos de personas, para su novelería y su formación, claro, realizó muchas disecciones de animales muertos. Parece ser que las vacas con viruela vacuna, que eran en vida frecuentadas por los que las ordeñaban y cuando llegaba Galeno, una vez muertas, las diseccionaba, transmitían ese tipo de viruela y ambos, ordeñadores y Galeno, quedaban vacunados contra la viruela. Unos y otro habían entrado en contacto con ese virus y ya estaban inmunizados. ¡Vacuna conseguida! O algo así… ¡Y de vaca! ¿Viste? —acabó Marco, mostrando su pulgar hacia arriba y picando un ojillo.
—Quisiera acabar rindiendo homenaje a Don Benito, quien este año 2020 hubiera celebrado cien años desde su nacimiento. Muchos actos se han suspendido por la pandemiaPandemia Enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región., con lo cual nuestro escritor pasa, con este de la Covid-19, por su tercer confinamiento —acabó Manu su intervención hablando de su ídolo, el escritor Don Benito Pérez Galdós.
Así, se cerró brillantemente la videoconferencia de aquella mañana con la intervención de ‘la muchacha que hablaba de Galdós’, como la bautizó Pepe.