Cap. 9

Doramas se acercó y le puso la mano, pensando que se trataba de una broma, y entonces Ico levantó la cabeza y con los ojos completamente en blanco lo miró.

—Definitivamente esto no es una broma —dijo Tanausú.

Aquel ser que estaba dentro de Ico, nos empezó a hablar como uno de esos chicos. Me tuve que pellizcar hasta tres veces para decir que aquello que ocurría no era producto de mi imaginación. Siempre había escuchado que esas conexiones eran posibles y yo creo que aquel era un lugar sagrado que propiciaba lo que estaba sucediendo.

Me llamo Tibiabin,[28] y soy sacerdotisa aborigen pero buena cristiana. Estoy convocada por la hermana mayor, que tiene mi mismo parentesco para que estas almas descansen en paz.

Todos estábamos absortos ante lo que le pasaba a Ico, que había perdido su voz fina. Ahora lo hacía ceremonialmente y con una voz gruesa como si viniera del fondo de su cuerpo.

Gara, en voz baja dijo que estaba poseída e Ico miró hacia ella. Todos entendimos que debíamos de callar a partir de ese momento. Teníamos miedo de que cualquier interrupción pudiera afectar a la salud de nuestra amiga o a nuestras vidas.

De repente, Ico volvió a cambiar de tonalidad. Volvía a ser su voz, pero sus ojos seguían blancos y continuó hablando:

Transcurría la víspera de la festividad de reyes, un 5 de enero y la tierra empezó a temblar.[29] Días atrás lo había hecho no muy lejos sobre Icor[30] de donde habíamos visto salir fuego, nubes de humo, volar piedras y discurrir lava sobre la tierra. Salimos de casa de paseo como cualquier día y ya más tranquilos, puesto que el volcán se había dormido, e intentando huir de las continuas peleas verbales, de la que alguna vez nos vimos partícipes con algún que otro lonazo[31] por parte de nuestros padres. Decidimos adentrarnos en el barranco de Tenazo[32] para merendar y pasar la tarde. Estando allí decidimos bajar e ir a la ermita del señor San Joaquín puesto que en ocasiones la víspera de reyes repartían alguna que otra naranja. Tras recoger las viandas que nos habían dado decidimos venir a nuestro escondite secreto a comerlas para luego regresar a casa. Habíamos hecho de este lugar un oasis donde regábamos los árboles que existían e incluso habíamos plantado algún que otro árbol frutal. Entonces el temblor de tierra fue intenso y la tierra se quebró y quedamos atrapados. Por un lado, teníamos el final de las escaleras y por el otro un precipicio que había surgido. Aquella cueva era el lugar donde se guardaban las cabras tras el pastoreo y era de nuestra familia. La guardábamos en secreto puesto que había restos guanches y porque sabíamos que si lo decíamos nos la quitarían las autoridades. ¡Bien se sabe que el pobre no tiene derecho a nada!

Cuando nos vimos atrapados supimos que era nuestro fin porque no había forma alguna de comunicarse y llegar allí. Solo nos quedaba la esperanza que nuestros padres sabiendo el lugar vinieran a por nosotros. Fueron días de temblores en la tierra, oíamos incluso explosiones. El cielo se llenó de oscuridad y caían cenizas. Pensábamos que era el fin del mundo, pero nos recordaba lo que había sucedido semanas atrás. Los más pequeños lloraban de tristeza y tenían hambre, pero no se pudo hacer nada. Sus lloros eran cada vez más fuertes y yo no podía con aquel sufrimiento. Aproveché que dormitaban y con unas ramas secas que había, con paja de las cabras hice una hoguera. Morimos asfixiados todos mientras dormíamos. Estábamos tan debilitados que ni hicimos esfuerzo alguno para luchar por la vida. Fue muy duro verlos morir, pero murieron dulcemente al igual que yo, dormimos plácidamente. Ahora que conocéis mi historia, quiero que vayáis donde mis padres y le contéis lo ocurrido. Solo te pido que vengan a buscar nuestros cuerpos y sean enterrados en lugar sagrado para que mi alma descanse en paz tras la oración del cura y el perdón de mis padres.

De repente Ico, empezó nuevamente a retorcerse de dolor e incluso a soltar espuma por la boca. Ahora sí que nos asustamos del todo. La pusimos de lado para evitar que se tragara la lengua y tras vomitar empezó a respirar despacio. Sus ojos se abrieron y nos dijo:

—¿Qué ha pasado? ¡Me duele mucho la garganta!

Le dimos agua tras incorporarla y secamos su sudor. Todos nos sentamos a su alrededor mirándola.

—¿Por qué me miráis así? ¿Qué ocurre? —dijo ella muy asustada.

«¿A ver, quien era el guapo que le contaba lo que había sucedido?» Pensé yo.

Entonces Gara haciendo gala de su saber, paciencia y cariño le fue contando detalle tras detalle todo lo que había ocurrido, ante la sorpresa de nuestra rubia que viendo que todos asentíamos, terminó creyéndolo.

Tras comprobar que se encontraba bien, decidimos continuar para tratar de salir de aquella gruta. Ico instintivamente se persignó tras darse la vuelta ante aquellos cadáveres y así lo hicimos todos. Tomamos las escaleras y comenzamos a bajar, para a continuación, tras un trozo en recto, volver a subir hasta llegar a una carretera en la que había un mirador en forma circular como aquel tagoror en el que habíamos estado hacía poco rato. Tanausú tomó la palabra.

—Estamos en lo alto del barranco y este es el mirador de La Gambuesa. Aquel pueblo que se ve arriba es La Zarza y aquella, la montaña de Fasnia. Podemos hacer dos cosas, o vamos directamente al puesto de la guardia civil que está a poco más de un kilómetro o vamos a casa de mis abuelos.

—Mejor es ir a casa de tus abuelos y desde allí llamamos a nuestras familias. Les decimos que nos quedamos aquí esta noche. Por la mañana vamos al puesto de la Guardia Civil y ya les contamos lo que nos sucedió —añadió Gara.

Todos asintieron la propuesta y cogimos por la carretera hasta llegar a casa de los abuelos de Tanausú. Tanausú los llamó para decirles que íbamos y que nos prepararan una rica cena porque dormiríamos todos allí.

Los abuelos de nuestro amigo eran gente super amable. Se llaman Auxiliadora e Isidro. Habían pasado toda su vida en el pueblo y tenían un amor grande al terruño. Su casa era encantadora y, aun siendo extremadamente sencilla, tenía detalles super modernos aparte de una estupenda piscina con jardín.

Lo primero que hicimos fue cenar unos espectaculares huevos de corral con papas fritas. Luego, en la sobremesa, fuimos contándoles todo lo que nos había sucedido. Ellos no salían de su incredulidad y nos dijeron que por la mañana irían con nosotros a la guardia civil a contar lo sucedido y a enseñarles el lugar en el que habíamos estado.

Aquella fue la noche en la que hicimos juramento de sangre. Todos nos pinchamos con un alfiler y prometimos ser siempre amigos uniendo nuestra sangre. Formábamos una pandilla y siempre nos protegeríamos. Definitivamente esa noche salieron las verdades que tantas dudas me había ocasionado ese mismo día. Gara se me declaró, Doramas se declaró a Tanausú y por último Moneiba declaró su bisexualidad. La noche transcurrió entre los recuerdos de ese día, los momentos de risa, de tensión, y celebrábamos el final feliz que habíamos tenido. Luego nos dio por empezar a recordar historias del instituto y no parábamos de reír hasta que apareció Auxiliadora, la abuela de Tanausú que dijo que ya estaba bien por ese día y que mañana había que madrugar para ir a contar lo ocurrido a las autoridades.

Al alba, el olor a tortilla francesa recién hecha nos fue despertando a todos. Fuimos levantándonos y al llegar a la mesa encontramos unos bocadillos de tortilla y abundante zumo de naranja. La abuela nos dijo que, si queríamos leche, nos la calentaba, pero solo Ico y Tanausú pidieron un vaso.

Nos fuimos medianamente aseando y nos dispusimos a entrar en la furgoneta que tenía el abuelo para ir rumbo a Fasnia.

Al llegar al puesto de la benemérita, los abuelos hablaron primero y luego nos pasaron a una sala. Todo transcurrió ante la incredulidad de los agentes que finalmente decidieron ir con nosotros hasta el lugar por donde habíamos salido. Así lo hicimos y en los dos coches llegamos al mirador y desde allí descendimos al lugar por donde habíamos salido. Martín y Pablo que eran los guardias civiles dudaban de aquellos mocosos, pero por sus propios ojos vieron que todo lo que contábamos era verdad. Les recordamos que debíamos cumplir con una promesa y ellos dijeron que ahora eso pasaba a manos de los forenses y que si era verdad podríamos cumplir con las voluntades que habíamos recibido.

Regresamos nuevamente a los coches y el abuelo nos llevó a cada uno a nuestra casa.

Nos encontramos dos días después. Algunas familias enfurecieron, pero viendo que estábamos todos bien, no nos castigaron. Ese día habíamos quedado en la playa y cuando nos fuimos encontrando nos dimos un enorme abrazo. Estábamos allí, pero nuestras vidas habían cambiado. Yo dije que iba a estudiar Botánica, Moneiba dijo que Audiovisuales, Ico se decantaba por la Educación Física, Tanausú por la Medicina, Doramas dijo que estudiaría Periodismo y por último Gara dijo que seguramente haría Magisterio.

El verano fue transcurriendo y sabíamos que al final de este ya no nos veríamos tan a menudo, pero habíamos hecho una promesa como amigos. Los datos de los forenses confirmaron con el carbono 14 la antigüedad de los restos encontrados y el tipo de muerte. No se pudo trasladar a la familia de los chicos lo que había ocurrido puesto que no había descendientes.

A finales de agosto, nos llamaron desde el ayuntamiento de Fasnia, solicitándonos hacer un encuentro en la Iglesia vieja de San Joaquín. Allí se haría un responso oficiado por el cura del pueblo y por el descanso en paz de aquellos hermanos.

En un lateral de aquel monumento en ruinas, habían levantado varias maderas del suelo y allí habían socavado un hueco depositar los restos en una caja no muy grande. Todo esto contó con el permiso de autoridades religiosas y civiles, puesto que dicho lugar ya había sido usado como cementerio en épocas pasadas. Era una nueva leyenda que merecía ser recordada en tan significado lugar.

El alcalde nos contó todo lo que habían conseguido averiguar sobre aquella familia, pero solo se guardaban testimonios orales que habían pasado de generación en generación y ya estaban casi olvidados.

Han pasado muchos años y hemos quedado todos en ir a encontrarnos en las ruinas de la Iglesia de San Joaquín a honrar a aquellos hermanos y a recordar que la vida está llena de dificultades.

Doramas y Tanausú ya no eran pareja, pero se llevaban muy bien. Ambos trabajaban en hospitales. Moneiba desarrollaba su vida laboral en dos campos: reportera gráfica en un periódico y creadora de páginas web. Ico, estaba ejerciendo de profesora en un instituto en Fuerteventura y tenía allí una empresa de ocio y tiempo libre. Hacían escalada. Gara, por eso de las causalidades de la vida, era maestra en el colegio de Fasnia. Y yo era profesor de botánica en la Universidad de La Laguna.

Pandemias siempre las hubo, problemas siempre los habrá y lo que cuenta es la lucha por ser cada día mejores personas. Solo quien conoce el pasado, tiene las armas para entender el presente y hacer del futuro algo mejor.

Por eso, no dejes que nadie te diga nunca que eres incapaz de conseguir algo en la vida y cumplir tus sueños, porque lo que transformó el mundo, fue el amor, el no juzgar y la esperanza en el ser humano. Todos podemos cambiar a mejor y así nos ocurrió a todos nosotros; justo por eso te lo he querido contar.

Tatuado en el hombro tengo una pequeña Ave Fénix y debajo una cruz. Hoy he ido al cementerio con mi esposa Gara y mis dos hijos, Joaquina y Pedro, a llevarle unas flores a sus abuelos que están enterrados en la misma tumba. Fueron tremendamente felices durante años y estaban muy orgullosos de aquel ruin nieto que cambió de vida.

Ah y toda mi pandilla tiene en su hombro tatuado también un Ave Fénix.

No soñar y no intentar cambiar las cosas es de cobardes.

Acaimo Pérez


[28]. Tibiabin era una mujer que ejercía un papel destacado en la sociedad aborigen de Erbania o Fuerteventura, siendo muy respetada y teniéndose en gran consideración sus decisiones. Tibiabin era considerada, según Leonardo Torriani, una «mujer fatídica y de mucho saber», siendo la encargada de dirigir las ceremonias religiosas. Torriani indica que tenía la capacidad de profetizar cosas que luego se cumplían, siendo venerada como una diosa por los aborígenes. A la llegada de los conquistadores normandos, en 1404, Tibiabin y su madre Tamonante tuvieron un papel fundamental. Ambas mujeres, que habían anunciado «que por la mar habían de venir cierta manera de gente, que la recogiesen que aquellos les habían de decir lo que habían de hacer», amonestaron a los reyes de la isla, Guize y Ayoze, para que tuvieran paz con los extranjeros. Torriani apunta a su vez que Tibiabin fue la primera de los aborígenes en recibir el bautismo, siendo después «mujer de mucha penitencia y de vida verdaderamente cristiana». Cf. Tibiabin y Tamonante – Wikipedia, la enciclopedia libre.

[29]. Cf. Artículo-VOLCÁN FASNIA (octaviordelgado.es).

[30]. Caserío limítrofe al pago de La Zarza y perteneciente ambos en ese momento al municipio de Arico. La erupción volcánica del volcán de Siete Fuentes a la que le siguió la de Fasnia y, a continuación, la de Arafo. Entre 1704 y 1705 se van a producir tres erupciones en la Dorsal de Pedro Gil, formando conos volcánicos en una línea de 12 kilómetros. En primer lugar, la erupción del volcán de Siete Fuentes, el último día del año 1704. Al mes siguiente, en enero de 1705, el volcán de Fasnia. Y, por último, en febrero de ese mismo año, se produce la erupción del volcán de Arafo. En 1706, la actividad volcánica se manifiesta en la Dorsal de Abeque, al noroeste de la isla, con la erupción del Volcán de Arenas Negras o Trevejo, que derramó sus lavas por el cauce de un barranco destruyendo el antiguo pueblo y puerto de Garachico. Cf. Erupciones históricas en Canarias – GEOGRAFÍA FÍSICA – (GEVIC) Gran Enciclopedia Virtual Islas Canarias.

[31]. La expresión de «dar un lonazo» es la de dar un cholazo. La alpargata o esparteña es un tipo de calzado de hilado de fibras naturales como el algodón, pieles de animal, mimbre o lona con suela de esparto, que se asegura por simple ajuste con un trozo de elástico cosido a la tela o con cintas.

[32]. Barranco de Tenaso o Tenazo. Este barranco divide los pagos de Fasnia y La Zarza. Con el tiempo, el nombre del barranco fue dividido por nombres según a qué altura y conocido como Barranco de La Gambuesa, Barranco de Tenazo o Barranco de San Joaquín. Cf. Los Guanchismos. Diccionario de Toponimia de Canarias (ulpgc.es).



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